lunes, 7 de mayo de 2012

EL TONTO


   Durante mi vida he sido el tonto de muchas cosas, el tonto de las mandarinas, el tonto de los abrazos, el tonto de los amigos, el tonto de tirar piedras al mar, … Al recordar esto ha veces siento nostalgia y otras veces tristeza.
   Recuerdo aquella aciaga tarde en la playa en la que mi relación avanzaba a contrapié, con débiles empujones por una parte, que nunca coincidían con los frágiles impulsos de la otra parte. Heridos de muerte fuimos al mar, ella una media naranja y yo una media calabaza frente al mar, el mismo mar que años antes contempló noches mágicas, que trajo con su brisa el perfume que me enamoro de ti  antes de conocerte y que días más tarde me vería abrazado a ti en la noche.
   En aquella playa, aquella tarde, note como se podría la sangre de mis venas, como al decir “no” por primera vez , me comportaba como un autentico canalla, ella se fue alejando por la orilla, no necesitaba ver su cara, sabía que la arena absorbía sus lágrimas, reprimí mis ganas de correr tras ella y cogerla de la mano mientras un cuchillo giraba en el corazón que no hacía mucho había sido suyo.
   El poniente enjugó su llanto y regresó cargada de piedras para el “tonto de tirar piedras”, sonreía con el alma destrozada mientras explicaba las reglas de aquella absurda prueba, tan absurda que no ocultaba ese último intento de que las cosas fueran como antes, pero ya nada sería como antes, con aquellas piedras lancé al mar lo poco que nos quedaba.
   Hoy, frente al mar, feliz, enamorado e ilusionado, en esta misma playa lanzo al mar los fantasmas de aquella tarde en la que me convertí en el “tonto de no saber cómo dejarlo”.