jueves, 14 de noviembre de 2013

MALA SUERTE

    Que caprichosas son las casualidades de la vida, normalmente nos resultan sorprendentes, sobre todo cuando andamos en ese estado de imbecilidad transitoria que es el enamoramiento y entendemos como casualidad del destino que al chico o chica en cuestión le gusten las empanadillas y tú tengas una tia que vive en Móstoles. Pero me quiero referir a las de verdad, a las que cuando uno las conoce se le escapa un “Cuchi! que casualidad” ( cuchi, se puede sustituir según región por: ostras, ahí va!, coño,…) y se te escapa porque en tu interior piensas….no, no puede ser tanta casualidad. Cosas como que los expolíticos cuando terminan su labor tengan la suerte de colocarse en lo más alto de entidades bancarias, donde cobran jubilaciones millonarias ya que el sueldo que les quedó vitalicio les sabe a poco. Qué suerte no? Que suerte que la Infanta nunca le preguntara a su marido de dónde salía tanto dinero.

    El caso es que cada día tengo más claro que la suerte no existe, bueno miento, después de pasar por tres oposiciones, ver en las caras de mis compañeros otras cuantas y analizar los resultados obtenidos, llegas a la conclusión de que la suerte existe para quien la busca, para quien sabe que a la suerte hay que dejarle los pasos muy cortos, por que si no, esta difícilmente aparecerá. 
Recuerdo un chiste de vascos en el que uno le decía a otro…
-Oye Paxi, me he enterado que te han tocado 20.000 euros en la loteria.
-Ya ves! lo jugado.

    Por esa razón odio a la gente que en cierta manera hacen sentir culpables a quienes han conseguido algo por su esfuerzo y les dicen…” tú te callas que tu has tenido mucha suerte, que eres funcionario” Se nos olvida siempre que a este mundo llegamos todos en pelotas.

    Si prefieren algo más espiritual leanse El Alquimista y verán que cuando uno busca su leyenda personal el universo conspira para que lo consiga.

    Llegada a la conclusión de que la suerte se busca y que a una persona no le toca un jamón si antes no compró una papeleta, podemos pensar también que la mala suerte también se busca, si pisamos un regalillo que los amantes de los animales van dejando por las aceras, será posiblemente por varias razones, como por ejemplo:
El dueño del perro no ha sido educado correctamente.
No hay cámaras que controlen quien hace eso por la calle y se sancione.
Al dueño le dan asco las cacas pero no los perros y por eso no la recoge
y finalmente estás tu que vas apollardado mirando el wassap sin saber donde pisas.

   No ha sido mala suerte, ha sido un cumulo de circunstancias que tienen claros culpables, el dueño, las autoridades y servicios de limpieza, y tú que no miras, otra cosa es el grado de culpabilidad de cada uno. pero culpa tienen.

   Recuerdo una anécdota en el colegio, llevando sillas de una clase a otra, un alumno llevaba la silla en alto con las patas por delante, en vez de esperarse a que yo le abriera la puerta, golpeo esta con las patas, clavando una en la madera y haciendo un boquete en la puerta. El alumno alegó que había sido mala suerte, que fue sin querer. Yo le contesté “ Sin querer tener cuidado, por que si tienes cuidado, esto no pasa”.

   La mala suerte también se busca, la buscan quienes van bebidos con el coche, los que cogen la moto sin casco, los que roban y los que no prevén las cosas o no actúan correctamente. Ellos son los culpables de esa mala suerte.

    A los gallegos que se pasaron meses y meses limpiando mierda de sus costas les han dicho que todo fue culpa de la mala suerte, por allí pasaban mucho más barcos y solo se rompió ese simplemente por mala suerte, ni quien lo fabricó, ni quien lo aseguró, ni quien lo mantenía, ni quien lo manejaba, ni quien decidió mandarlo “al quinto pino” (fin de la cita) para que repartiera a diestro y siniestro por todas las costas “hilitos de plastilina” (fin de la cita)  no, nadie tiene nada, de nada de culpa. 

   Lo siento, amigo gallego, mala suerte, te tocó a ti, errasteis en vuestro lema, el correcto hubiera sido NUNCA MAIS, SI DIOS QUIERE por que sólo Dios tiene la culpa de lo sucedido. Como me da en la nariz que ocurrirá con la tragedia del tren de Santiago, seguramente también será mala suerte.

  Pobre Galicia parece que les han echado un mal de ojo, ah no! se me olvidaba que no hay culpables ni siquiera el tuerto que los miró. 



P.D.- Me voy a tirar la basura que si la saco fuera de hora me multan.

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